Después de la paliza en moto de estos días atrás, partimos a la que sera nuestra última parada en Laos: Don Det
Esta vez nos sale más barato contratar una agencia que ir por nuestra cuenta, así que ayer Samuel compró dos billetes por 120000 kip (Casi 14€).
Nos levantamos pronto, pues a las 7:30 am nos pasan a recoger. Vamos en una Van durante un par de horas, que nos lleva hasta una estación de autobuses, donde tenemos que bajarnos e ir andando hasta el río.
Allí, una barca nos lleva al otro lado del río. Tardamos unos 10-15 minutos y llegamos a la isla.
Nos pusimos a buscar una guesthouse. Allí la verdad es que el alojamiento o es caro o muy barato. Al final nos quedamos en un bungalow, que por dentro tiene un estado algo lamentable, pero que nos sale a 2€ al día. Así que no nos lo pensamos mucho.
Nuestros días allí fueron de lo más relajantes. A penas hicimos nada. Lo primero porque necesitábamos un poco eso, no hacer nada; y lo segundo porque Samuel está algo peor de la tos. Cuando lleguemos a Camboya tendremos que ir al hospital.
Los primeros días fueron dormir y comer, vimos alguna peli, o nos íbamos a un bar donde podías tumbarte en los cojines que había en el suelo y ver la serie de “Friends” hasta el infinito, pues es lo único que ponían. Yo no sé cuantos capítulos nos vimos.
Hubo también tiempo para salir un poco a tomar algo. Nos decidimos por el Reggae Bar para tomar unas cervezas.
También podías tomar algunas sustancias más fuertes pues aquí en Don Det, no hay policía. A nosotros nos basta con la cerveza.
Uno de los últimos días nos lo tomamos de relax por separado (que a veces viene bien), así que Samuel se alquiló una bici para ver un poco la isla, y se juntó con un grupillo con el que fueron a ver una cascada que había en la isla de al lado. Yo me quedé en una piscina que había en la isla.
Y el último día la verdad es el que más disfrutamos. A mediodía nos compramos una sandía fresquita y nos fuimos al río a bañarnos.
En esa zona había arena de playa, llena de miles de motitas de… no sé parecía oro. Toda la orilla brillaba. Y se estaba taaaan a gusto. Sólo charlar y jugar.
Por la noche nos fuimos a un bar que tenían buffet a ponernos hasta los ojos.
En la habitación recogimos nuestras mochilas porque mañana abandonamos la isla para irnos a… ¡Camboya!